martes, 8 de abril de 2008

Aumentan las consultas por trastornos alimentarios en mujeres mayores de 30

Especialistas han detectado cerca de un 20% de aumento de los casos. Identificar la delgadez con una vida exitosa es una de las razones socioculturales que explican el fenómeno.

“En las mujeres casadas los trastornos alimentarios funcionan como la infidelidad, el marido es el último que se entera”.

Y explica que habitualmente son los hijos mayores, los padres, los suegros, los hermanos u otros familiares los que dan la voz de alerta.

Quizás porque gran parte de los casos de anorexia o bulimia que se registran en el mundo corresponden a adolescentes y mujeres menores de 30 años, cuesta reconocer que la esposa y madre tiene un problema con la comida.

Sin embargo, aunque aún no existen estadísticas al respecto, los especialistas y varias clínicas privadas certifican un aumento en el número de mujeres adultas que consulta por este motivo.

Los gatillantes

“Son numerosos los casos que no cumplen los criterios diagnósticos para anorexia y bulimia y sí para trastornos alimentarios no especificados (TANE). Existe un mayor conocimiento, y por tanto son más diagnosticados en la población.

Pero, ¿que gatilla estos trastornos en una mujer adulta?

“Muchas veces se entra azarosamente”, explica Cordella, y ejemplifica: “A través de una dieta por un problema de salud. Ahí la mujer descubre que se siente bien controlando la comida y persiste”.

Si bien no es común que una mujer adulta debute en este tipo de trastornos, sí lo es que reactive uno que en la adolescencia pudo pasar inadvertido.

“Si no han sido tratados adecuadamente, en la etapa adulta resurgen con fuerza, frente a situaciones estresantes como duelos, cambios y la insatisfacción personal”.

A los factores individuales, familiares y situacionales se suman los socioculturales.

Autoexigencias

La presión social por ser delgada, asociada a una imagen de mujer feliz, la autoexigencia por ser madre modelo, profesional exitosa; el estrés y las carencias afectivas les pasan la cuenta.

La comida es utilizada como un anestésico para aliviar el dolor, un mecanismo de control de miedos y angustias.

“Probablemente, en su desarrollo no logró completar buenos sistemas de regulación, y lo que antes le funcionó como mecanismo de control, ya no resulta”, comenta Cordella.

En una mujer con problemas alimentarios las relaciones afectivas se ven seriamente dañadas.

“No es posible estar obsesionado con la comida, el peso, las dietas y mantener una verdadera intimidad con otro ser humano. El trastorno alimentario inunda la psiquis de una persona y no permite una conexión con otro”.

Las relaciones sexuales disminuyen, e incluso, desaparecen.

Said advierte: “La pasión requiere la capacidad de enfrentar los conflictos. Cuando los problemas son evitados y negados, la pasión desaparece”.

Si en las adolescentes lo más indicado es una terapia familiar, en la Universidad Católica han probado que en las casadas la terapia de pareja rinde frutos.

Lo más importante, insisten, es tratarse, porque son cuadros que se cronifican con el tiempo.

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